La provincia de Bocas del Toro está ubicada al noroeste de la República de Panamá y limita al norte con el mar Caribe, al sur con la provincia de Chiriquí, al este y sureste con la comarca Ngäbe-Buglé, al oeste y noroeste con la provincia de Limón de Costa Rica; y al suroeste con la provincia de Puntarenas de Costa Rica.
El territorio está compuesto en su gran mayoría por un territorio insular en el Caribe conformado por el archipiélago del mismo nombre y cuenta con una superficie de 4.643,9 km2. La provincia está dividida en 5 corregimientos: Bocas del Toro, Bastimentos, Cauchero, Punta Laurel y Tierra Oscura.
Población afrodescendiente
La población de Bocas del Toro es un mosaico de culturas: española, indígena, inmigrantes de las Indias Occidentales, ingleses, francoparlantes, alemanes y norteamericanos.
Perfil demográfico
Según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM), el porcentaje de población afrodescendiente en Bocas del Toro para el 2017 era de 15,3%, siendo la quinta provincia con más afropanameños del país, después de la Provincia de Panamá y seguida por Los Santos. La mayor concentración de afrodescendientes en la provincia vive en los corregimientos de Bocas del Toro y Bastimentos.
Perfil socioeconómico
En términos socioeconómicos, pese a sus esfuerzos a nivel educativo, los afropanameños de Bocas del Toro experimentan altos niveles de pobreza, discriminación social y racial y barreras para el acceso al mercado laboral.
Al analizar los resultados de la EHPM para el 2017, vemos que los hombres afrodescendientes de Bocas del Toro tienen un nivel de educación mayor al resto de los hombres y las mujeres afrodescendiente un nivel educativo equivalente al del resto de las mujeres de la provincia. Sin embargo, ambos sexos experimentan mayor desempleo y perciben menores salarios que el resto de la población local. Mientras los hombres afrodescendientes ganan un 7% menos que el resto de los hombres de esta provincia, la situación de las mujeres afrodescendientes es aún peor, ganando un 18% menos que el resto de las mujeres. Más aún, existe una diferencia de ingresos muy grande por sexo dentro de la población afrodescendiente, lo que implica que las mujeres, pese a tener más años de educación, ganen un 30% menos que su contraparte masculina.